
Heme
aquí, sin saber que decir, de nuevo sentado frente a ti
en éste
páramo que es la vida en su medida,
reflexivo
como un orante ante un olvidado hito del camino,
y para
venerarte, simplemente me recreo en la visión de nimbos
que
recorren caprichosos un cielo ante el que nunca antes reparé…
Como
mancha de mora que con mora verde de mácula se limpia,
emprendo
este relato de mi historia sin saber como será su final,
pero a
quién le importa su final, comencemos por el principio
si
existió alguna vez…
Cada noche escapo por las rendijas de mi cuarto
buscando en
lo insólito de una soledad que hoy me parece eterna,
y desde allí...