"Dedicado a todos aquellos que intentamos nadar contracorriente en el ámbito cultural de las Islas Canarias"

3 de abril de 2011

La Revolución Molesta


En esto días de zozobra y desaliento, creo advertir un ligero tufillo a olvido y rechazo del pueblo libio, por parte de la vieja Europa, quizás sólo sean cosas mías, pero tengo la impresión de que los intereses económicos de Muamar el Gadafi en muchos de los países europeos, sus cuentas en paraísos fiscales, sus propiedades en gran parte de los países con intereses energéticos en Libia, están haciendo que las miradas de la mal llamada Comunidad Europea,  de las Naciones Unidas y  de los Estados Unidos, se vuelvan hacía otro lado, dejando a su suerte a miles de libios que se alzaron, de modo heroico, siguiendo la estela de otros levantamientos en el norte de África y que ahora desfallecen sin apoyo. 
Estos alzamientos, vistos desde los sesudos cenáculos donde se toman las decisiones, no han resultado peligrosos hasta el momento en que han aparecido en escena dos invitados que no estaban llamados al banquete; por un lado, el jinete del apocalipsis de la inmigración que se ha plantado a las puertas de Europa y más concretamente, de la apaleada Italia, ¡qué fue de ti, antes grandiosa Italia y ahora triste imagen de ti misma! y por otro, los efluvios tóxicos del gas y del petróleo libio, necesarios para la maltrecha economía occidental.
Y heme aquí que caigo en la cuenta de que este "deja vu" de inacción ya lo conozco, me suena mucho, quizás a la 1ª guerra del Golfo, en los 90, cuando Saddam Husayn, que es así como se escribe, masacró a los kurdos en el norte de Irak, para luego aplastar a los chiís que se levantaron contra él, con el beneplácito y el desdén de la ONU, la OTAN y el sunsun corda, y que, más tarde, volveríamos a ver en la guerra civil de los Balcanes, en Kosovo, en fin, que os voy a contar que no sepáis.
Ahora, amparándose en una tragedia de inconmensurable magnitud y de intangible dimensión, volvemos a tapar una tragedia con otra de no menor valor aún, la tragedia del pueblo libio, los dejamos a su suerte porque ahora nuestro egoísta interés se balancea entre la tragedia en el país del Sol Naciente y nuestro temor a una hecatombe nuclear, y me pregunto: ¿dónde ha quedado el pueblo libio? No lo sé, pero esto me suena a otro tsunami indonesio, a otro terremoto haitiano, a Darfur, a Liberia, a Ruanda y a un Chile que ya no interesa. ¿Me lo parece a mí o esto ya lo he vivido en alguna otra vida?. 

Paz, amor y suerte, que falta nos va a hacer.

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