"Dedicado a todos aquellos que intentamos nadar contracorriente en el ámbito cultural de las Islas Canarias"

3 de abril de 2011

Las Milagrosas Aguas del Jordán

Observo en nuestra pequeña ínsula Barataria, y cada vez con más fruición e interés, si cabe, a los supuestos próceres de la "patria canaria" sin oficio anteriormente conocido ni futuro por conocer, ya sea de un color u otro, dándolo todo por la "res pública", por supuesto siempre, en la infructuosa búsqueda del bien colectivo como entidad abstracta y etérea, y que no quepa duda alguna, en aras de nuestro mutuo y común bienestar, y me da por pensar, ¡qué suerte tengo de vivir a las orillas del Jordán!

Veo a los que, la identidad canaria ni oler de cerca querían, enarbolando ahora banderas que antes por decreto prohibían. Leo y lo que leo me estremece, porque aquella derecha rancia por arte de frágil memoria, se ha tornado en acérrimo independentismo de fin de semana y me da por pensar, ¡qué suerte tengo de vivir a las orillas del Jordán!

Escucho a ésta gente sin oficio ni "beneficio", bueno eso sí, hablando de parados, de grandes obras, de planes de ordenación urbana, de mamotretos, de trenes del sur y del norte, de olvidados hospitales, de oposiciones no natas, de inauguraciones casuales, de pelotazos sanitarios, de presidentes ubicuos, de elecciones que vendrán y me dar por pensar, ¡qué suerte tengo de vivir a las orillas del Jordán!

Oigo a lo lejos llegar a los salvadores de patrias "lejanas", montados en corceles como jinetes del apocalipsis, siguiendo las estelas que marcan los pájaros azules, amparándose en el ruido del vocerío de los palmeros que sólo alaban sus hazañas, ocultando las hazañas de los otros bajo el agudo nihilismo de la infamia y del insulto y me da por pensar, ¡qué suerte tengo de vivir a las orillas del Jordán!

Y callo, porque así estoy más guapo y cuando ya no me resisto, voy y hablo, y me da por recordar las vanas palabras y las promesas vacías, las guerras justas, si alguna vez lo fueron y las injustas, si lo quisieron ser,  los estados de bienestar y de malestar, la crisis que nunca fue y la que creí percibir, y me dar por pensar, ¡qué suerte tengo de vivir a las orillas del Jordán!

Por todo esto que hoy os cuento, he decidido proponerme en éste rapto de extrema cordura que ahora sufro, por una larga temporada, no observar, no ver, no escuchar ni oír y ni tan siquiera hablar, que sí escribir, y evitar recapacitar o decidir, que si me viene una transitoria locura que me devuelva a la cordura de la que ahora carezco, ya haré yo como todos estos que he nombrado anteriormente, bañarme en la electorales aguas del Jordán y así espiar mis pasados pecados.

Paz, amor y suerte, que falta nos va a hacer

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