Nunca he
sabido reconocer la diferencia entre un buen vino y un mal se fue,
quizás
porque en mi opinión la diferencia no estriba,
ni en la
perpetua quietud que ansían los caldos
bajo la
inquietante oscuridad de una cripta,
ni en el
tono más claro o más umbrío que posean,
sino más
bien, en el continente que les da forma, su botella….
Y es del
caldo a la botella, como es el cuerpo al deseo que encierra,
y son ambos
los que en realidad avivan los rescoldos de mi fantasía,
pues como decía
la tonada, una mañana cualquiera al despertarme,
miles de
botellas conteniendo mensajes
habían
inundado la orilla de la playa que mi imaginación era...
Mientras te
escribo estas líneas confusas y sumergidas en ambrosía,
apoyado en
la femenina forma de un Brunello
pienso y
recompongo con cuidado
los pedazos
de la vida que todavía me quedan,
aún cuando
ya no acierto a vislumbrar la diferencia entre
un lo que
fue y un lo que pudo ser...
Quizás, nunca
recibiste mi mensaje,
porque, en
realidad, nunca lo envié,
a veces imagino
los cientos de mensajes
que, como
el mío, nunca fueron enviados,
después de
todo, he descubierto que no es el mensaje lo importante,
lo
realmente importante es tener alguien que lo lea al otro lado ...
Un saludo y espero que os guste
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