Muerto pero mío, no es nunca un principio, ni siquiera para un aprendiz de suicida como yo. Jamás he tenido la sensación de pertenecer a éste u otro mundo, mi existencia terrenal es meramente un envenenado regalo que alguna caprichosa deidad, a la que desconozco y me abstengo de conocer, me hizo. Esta noche en vela aderezada entre alcohol y humo me ha hecho pensar en mi vida y en lo que deseo de mi muerte, simplemente tengo un último y recóndito deseo, deseo volar. Y mi amigo al fin lo consiguió, voló desde un quinto piso hasta la acera.
1 comentarios :
La segunda parte, ¿Para cuando?
NelsonAnitaAlfrePili
Publicar un comentario