Hay días, semanas, meses y años en los que siento que hubiese sido mejor no sacar mi cabeza del agujero donde la suelo tener metida, válgame la expresión exenta de connotaciones sexuales, porque hay veces, las más de las veces, en las que siento vergüenza de escuchar y leer editoriales y artículos de opinión en ciertos periódicos de la isla donde vivo, quizás porque a veces me siento más anonadado y aislado que Robinson en la suya.
Ayer por la noche, miércoles 02 de noviembre de 2011, sentí vergüenza ajena, por dos diferentes asuntos que describiré a posteriori, cuando al visionar el programa “El Intermedio”, observo cómo se hacen eco de los sucesivos editoriales de carácter independentista que semana si y semana también vierte, en aras de la libertad de expresión, un periódico eminentemente de derechas de la isla de Tenerife, excusaré a mi vana inteligencia el nombrar al innombrable panfleto.
Por un lado, veamos, señores, el independentismo canario, vasco, tamil o catalán, es respetable, sano, de hecho, creo en su derecho y lo respeto, pero heme aquí, teniendo que soportar que este panfleto fascista, de errática y desquiciante trayectoria, porque sólo hay que ir a las hemerotecas para ver la luz como si de visiones marianas estuviésemos hablando, para poder comprobar que estos mismos fascistas, que enarbolan ahora la bandera de las siete estrellas verdes y que la ensucian con sólo mentarla, escupían improperios y soeces palabras por su boca, cuando la corriente del rio les reportaba publicidad, monopolio y al fin y al cabo, dinerito fresco. De hecho, muchos de los que hoy escriben en sus epistolarios dominicales utilizando este púlpito, hace unos años despotricaban del insigne personaje que ahora se ha convertido por arte de una supuesta conjura anticanaria, en un mesías ególatra que se escribe y lee sus editoriales ante el espejo de su baño.
Observo, con absoluto hastío y sorpresa, como cada fin de semana, el personaje de marras lleva a su púlpito a jóvenes independentistas, individuos particulares y personajes de raro plumaje, con el fin de utilizarlos para reforzar a través de ellos su deriva independentista, y no les culpo, pero tampoco les disculpo, porque se dejan manipular o son manipulados por un señor, que jamás ha creído en lo que predica, que se ha subido al carro del independentismo estimulado por algún presunto delincuente que lo ha sacado a la palestra cuando necesitaba desviar su imagen de los continuos casos de corrupción en los que se encontraba inmerso, y fíjense, como este personaje de sainete de Arniches, ha desaparecido de las noticias y se ha instalado en el anonimato que un cargo de senador le ha brindado, buen movimiento colega, pero no es mejor ladrón aquel que saca la cartera del bolsillo de la víctima y es descubierto, el buen profesional del robo y la falacia, nunca es descubierto y a ti, te tenemos muy visto.
Ahora, voy a la segunda parte de mi artículo de opinión. Miren ustedes, los que aún hayan llegado a este punto de mi extenso relato. Los que vivimos en estas islas, mal o bien lo hacemos, y lo hacemos con la misma dignidad que cualquier otro habitante de este jodido planeta, por ello, aconsejaría, si me lo permiten, a los guionistas del “Intermedio”, que hiciesen un acto de constricción y se metiesen sus estúpidos chistes sobre la forma de hablar de los canarios, los tópicos, los estereotipos y su puñetera mentalidad de ombligos del mundo por el culo, porque son estas graciosas estupideces acerca de las diferentes comunidades, las que ahondan, más si cabe, en las diferencias entre los unos y los otros, no señores yo no digo “muyayo”, digo muchacho, yo no canto el “mojo picón”, ni vegeto en la Sgae, pero tampoco digo Madriz en lugar de Madrid, vamos que entienda el que quiera entender, basta ya de gilipolleces, de chistes fáciles y de banalidades de risa enlatada, y si me lo permiten, dedíquense a denunciar y enfatizar asuntos de mayor talla.
Por último, sólo reseñar que todos, incluído este petulante escriba de la actualidad, deberíamos hacer acopio de la paciencia que aún nos quede y desterrar las absurdas veleidades de una mente manipuladora y senil para dedicarnos a mejores y más altas metas, como por ejemplo, sobrevivir, pero, si se me permite un pequeño guiño dedicado a este inestimable personajillo, a mí también me gustaría independizarme, pero a ser posible de usted.
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