"Dedicado a todos aquellos que intentamos nadar contracorriente en el ámbito cultural de las Islas Canarias"

20 de mayo de 2012

El Tatuador de Almas

Ya es tiempo de que me dirija a vosotras para, a estas alturas de mi vida, poner tinta sobre las cuartillas en blanco que hoy tengo ante mí, y de esta forma contar en primera persona lo que otros sin conocer nada de mi vida han pretendido contar. Por eso, ahora en el ocaso de mis días de lujuria y algarabía, pretendo sin ninguna pretensión, contar todo aquello que en mi vida sucedió y puedas ser contado.

Fue por aquel entonces, casi al borde de mi niñez, que experimenté el sutil contacto de una piel por vez primera, y a fe mía que no fue esa la última vez que puedo contar que mis labios rozaron otros labios inflamados para así caer en los barrancos de la soberbia y la soledad perpetua.

Ahora que en esta humilde celda, tengo todo el tiempo del mundo, busco las palabras adecuadas para deciros todo aquello que fue importante en mi vida y si algo tuviese que destacar, sin duda sería todo aquello que de vosotros robé y que hoy es el único tesoro que aún conservo.

Querida Dominique, como las flores beben del agua de la lluvia, así juzgué que debía alimentarme de tus besos, y cada uno de ellos viene hoy a mi memoria como el viento llega del septentrión para acariciar con su helado aliento mi cara, y no puedo ni quiero sino recordar cada rincón de tu alma como de tu cuerpo sus pliegues recuerdo, recuerdos, que recuerdos podrían venir a mi memoria hoy, si no hubiese tenido que huir de ti para salvar lo que con tu amor perdía de mí.

Mi anhelada Josephine, mi amada niña, puse a cada una de tus sonrisas un simbólico precio que me tentara, para saber así cada mañana, cuánto habría de deberte por despertar junto a ellas, y por algún oscuro conjuro, éste miserable poeta aquel aciago día despertó y al buscarte ya no estabas, siempre pensé que habría una muerte más dulce que vivir del recuerdo de haberte amado y despertar sabiendo que sólo sueño fuiste.

Selene, mi bella deidad lunar, el amor que te tuve fue tan grande que con sólo recordar el contacto de tu piel en mi piel, aún pasados todos estos años me estremece, no fueron ni años ni meses, pero cada segundo valió por mil vidas vividas que no son ésta que ahora vivo, daría cualquier cosa por acariciarte de nuevo y probar cada rincón que anduve de ti, ya que de tus mesetas y valles aún recuerdo el camino.

Helena, te confieso que todo lo que aprendí de una mujer se podría componer con cada una de las letras de tu nombre. Viví de tu lujuria y de la ignorancia del que espera amar y ser amado, me alimenté de tus sueños y caminé sobre el alambre de tus celos, jamás sabremos que habría pasado entre nosotros si todo hubiera seguido siguiendo como al final intuimos que no fue.

Cirene, si hubo guía y faro que en la niebla pudiese mostrar ensenada para quién un refugio quisiera encontrar, esa serías tú, mi amada esfinge de oscura cabellera como oscura noche que busca la luz en la caprichosa bóveda que en los cielos busca su equilibrio, fuiste todo aquello que de una mujer siempre ansié merecer, pero dicen que la cobardía es el primer paso que te lleva lentamente y sin reparo hacia tu posible muerte en vida, y yo morí tras dejarte como muere la luna cada noche para dejar paso a la primera luz del día.

Soñé amaros a todas con cada aliento que tuve y nada de lo que diga ahora servirá para cambiar lo que ocurrió, pero si ocurrió o simplemente lo imaginé, ahora no sabría decir si fue realidad o simplemente un sueño. He sido acusado de amaros a todas y en la deshonra sumiros, pero ellos no saben quién fue el amado y quién el amante fue, porque de mi necesidad y mi pasión surgió la vuestra y hoy, tras muchos inviernos pasados, cuando miro cada paso que en el camino he dado, pagaría con mi vida sin en ella, alguna vez con mi deseo os hubiese dañado.

Me acusan de crímenes que jamás creí cometer, de acariciar vuestros cuerpos con el ansia del que descubre un paisaje hasta ese momento ausente, deseado y prohibido, de abandonar mis labios sin permiso en cada trecho recorrido que de vuestra tersa piel creí poseer y si, soy culpable de eso y…de más soy culpable también.

Soy culpable porque aquellos que hoy me juzgan y condenan y quizás vosotras mismas, no sepáis de mi verdadero crimen aún, pues nadie excepto yo conoce el verdadero secreto que todas y cada una de vosotras cada día de vuestra vida llevaréis de mi, allá donde vayáis, cuando seáis amadas por otros labios, acariciadas por otros ojos, deseadas por otras manos, siempre seréis parte de mí, me perteneceréis porque sólo yo sabré vuestro secreto y sólo en mi memoria quedará escrito con letras indelebles, pues cuando exhaustas de deseo intuía que adormiladas quedabais, lentamente me apresuraba a escribir con mi pluma un poema ungido en tinta con letras indelebles que tatuara de sencillas señales vuestros cuerpos, para así recordar el camino que me permitiera volver con cada sueño hasta ellos y así evocar para siempre que éste que suscribe anduvo un día por entre aquellos paisajes cuando aún eran simplemente horizontes por descubrir.



Giacomo Casanova

Dedicado a R.

Un saludo y espero que os guste

0 comentarios :

Publicar un comentario