Como cada mañana, me pongo mi traje y mi corbata y me voy a trabajar. Como cada mañana, me siento en mi asiento del metro y me dispongo a viajar por entre los intrincados túneles que me llevan como en un imaginario viaje por otros mundos: Colombia, Argentina, Cuzco, y así puedo dar mil vueltas al mundo casi sin darme cuenta hasta la hora de regresar a casa, quizás mañana me decida a decirle a mi familia que hace casi un mes que me despidieron y que, por ahora, no podremos viajar juntos a todos esos sitios excepto en metro.
Es curioso ver como pasa la vida en las aceras del mundo sin apenas darnos cuenta de que existe otra existencia que se oculta a nuestros ojos, y casi reparar en ella, desdeñamos esa otra vida como si sólo trascurriera en los imaginarios sueños que cada mañana transitan por avenidas horadadas en la tierra que nos trasladan de un lugar a otro, pero allí reside otra vida que late y en ella habitan la soledad, la incomunicación, la miseria, pero también, una energía vital con sensibilidad, arte, solidaridad, en definitiva, con humanidad, y todo eso, en tan sólo un metro.
Un saludo y espero que os guste
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