"Dedicado a todos aquellos que intentamos nadar contracorriente en el ámbito cultural de las Islas Canarias"

20 de diciembre de 2012

La Memoria de lo Simple

¡Ves que fácil es!, enganchas el cebo en el anzuelo, sueltas carrete y con un leve giro de muñeca, lanzas la plomada lo más lejos que puedas de ti y lo más cerca de aquello que ansías alcanzar, y luego, sólo tienes que tener paciencia, en definitiva hijo mío, esta caña es como la vida misma, dos metros escasos de esperanza y un fino cordel de ilusiones que casi siempre en tan sólo anhelos se convierten, pero qué te voy a contar que no hayas descubierto ya.
Cómo ya habrás supuesto, no ha sido ésta la única intención por la que te he traído, en esta fría tarde de otoño, hasta este viejo estanque olvidado, que cubre ya anciano de musgo su frente como yo cubro con la escarcha del tiempo la mía. No, no te he traído hasta aquí para simplemente mostrarte cómo debes utilizar estas artes y aparejos, porque sé que, en el fondo, la pesca nunca ha sido de tu interés, que más peces cogen los sueños sin caña ni sedal que mil redes arrojadas al más profundo mar. Si te he traído hasta este lugar, aún en contra de tus deseos, es para contarte todo aquello que aún mantengo en mi memoria por si el tiempo, que es un lobo que me persigue como feroz alimaña, un día de estos me encontrara y ya sin fuerzas, no pudiera hacer frente a las dentelladas de su olvido.
Presta atención, pues de todo lo que hoy he de decirte, quiero que seas mi fiel escribiente, mi más solícito amanuense, juglar de gestas y romances, y si te place, serás de mis recuerdos el adalid que en dura justa, cuando falte mi presencia, rescates del olvido todo aquello que merezca ser contado.
Hoy, este viejo, que como tantos otros, cuenta los segundos con el mimo, que sólo nos obsequia, el transcurrir de los años que aún nos quedan, te confía toda la sabiduría que siquiera dudo si algún día poseí, pues fue mi vida penumbra y murmullo, fueron mis noches y mis días regalos que con cada nuevo amanecer se iban restando, y sólo el lento transcurrir de los años me ha enseñado, poco a poco, paso a paso, el valor de las cosas pequeñas, porque de las grandes, como comprenderás, ya me abstengo.
Pronto, con la escasa voluntad que aún me quede para poder evitarlo, deberé acostumbrarme a los nuevos ritos, a las falsas costumbres, a las nuevas señales que sin duda, de aquí en adelante guiarán mi vida, y pasarán los días, llegarán los inviernos, llegarán, sin duda, casi sin tu desearlo, y crecerás, sin duda crecerás y algún día alguien como tú se sentará a tu lado, y te mirará con la inquietud de aquel que no acierta a vislumbrar lo que el futuro le tendrá ya marcado, y le hablarás como en este momento yo te hablo, hijo mío, mi orgullo, mi estirpe, mi pequeño diablo y todo esto que ahora te cuento, tendrá sentido como sentido tendrá algún día, en él, tu relato, y de él recordarás cada palabra, cada guiño, cada verso que rime con cada mirada, pues sembrarás en los labios de otro lo que hoy yo siembro en tus labios.
Mi querido retoño, mi deseo tantos años anhelado, hoy te dicto con la tinta de mi memoria este último dictado, tú serás mi libro, mi legado, seremos ambos todo aquello que ser queramos, para que nadie, excepto nosotros, pueda nunca descifrar lo que ahora compartimos en secreto. Con estas desnudas palabras quiero hacer de ti oasis antes de que en desierto poco a poco me convierta, tú serás la semilla con la que haré germinar de tulipanes mi huerta, y con tan sólo tu propia voluntad, si ávidamente lo deseas, podrás llegar a cambiar hasta el curso de los ríos, serás como ese anochecer de invierno que ya llega lentamente sin estrellas, en la esperanza de trocarse en otro nuevo amanecer, y aunque pueda el futuro ladrón robarme de tu cara su recuerdo y en casi un extraño a mis ojos te conviertas, así quiero que seas por siempre, para que con tu presencia puedas mantener viva en ti, la memoria de lo simple.

Para mi amigo Mario. 
Un saludo y espero que os guste

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