Hola de nuevo, estimados lectores, tras un nuevo periodo de
mucho lio, vuelvo a teñir de negro mi procesador de textos como si en ello la
vida me fuese. Y lo hago porque en esta semana de tribulaciones, me he
inquirido a mi mismo de forma muy
procelosa, acerca de si fue antes la pulga o lo fue la rata, dado que ambas, al
fin y al cabo son parte de la misma pandemia, la muerte negra, la peste o cómo
yo la estudié en mis años de carrera: “The Black Death”.
Pero tras este atisbo de incongruente cuestionamiento, hete
aquí, que a mitad de mi semana, veo que aparece en mi horizonte la pulga, para
como siempre incordiar y molestar el normal desarrollo de lo cotidiano de los
seres vivos y descubro que, en realidad, la rata y la pulga son la misma cosa,
tan sólo un mediocre y ególatra ex presidente de gobierno llamado Aznar.
En realidad, si pudiésemos medir la iniquidad, la arrogancia
y la supina prepotencia de este malnacido y peor parido, habríamos de diseñar
una inmensa balanza en la que en un lado nos cupiese este inmundo petulante y
en el otro lado, pudiésemos colocar una tras otra, sus mentiras, mil veces
repetidas, pero no por ello, conformadas en verdades, y su mesiánica vanidad.
Pero no es simplemente éste, el menester que hoy me trae
ante vosotros, pues dedicarle unos merecidos improperios a este animalito
ultraderechista y neocon, es muy fácil, placentero y apetecible para mí, sino
que, éste artículo de opinión más bien pretende narrar la deriva de un
pensamiento dividido entre dos polos opuestos pero que a su vez se sienten
atraídos por su misma definición, es decir, la corrupción como forma de
gobierno y la mentira como piedra desde dónde edificar y perpetuar el delirio
del poder.
Aznar, amasó su tan cacareada bonanza económica sobre la
base de liberalizar el suelo de este país, y convertirlo en una parcelita donde
poder construir de forma salvaje, y eso trajo corruptelas en todos los
partidos, trabajo de baja cualificación, enormes sueldos y la promesa de un
dorado espejismo, que hoy en día tras 14 años, todos, excepto él, padecemos.
Con su burbuja inmobiliaria creo 5 millones de puestos de trabajo ficticios,
tan ficticios como su impostada imagen de estadista mundial, pero JoseMari, has
olvidado ya tu pasado, o es que no recuerdas tu ideario y tus artículos filofascistas
en tu Castilla natal que reivindicaban el pensamiento
original del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. ¡Ay, la memoria
como decía Valdano, es muy débil!
JoseMari no es un líder, ni un estadista
de fama mundial, es un charlatán barato de barraca de feria, que de tanto
pregonar su mentiras delante de su espejo mágico, se las ha terminado de creer;
la egolatría es su credo y la infamia su camino de baldosas amarillas. Este
señor es el mismo que en su delirio mesiánico de retirarse para vivir en su
Olimpo particular, nombró a dedo a otro mediocre de su misma calaña, si, ese al
que nadie parece haber elegido, ¿dónde se esconderán ahora los 10 millones de
yo no fui?, y ahora tiene la indecencia de salir en una entrevista, el so
mamón, para atacar al mediocre que él mismo eligió por no defenderle, cómo él
cree, de los ataques de jueces y prensa por sus años de corrupción y amiguismo,
¡ay, que mal le ha tratado la historia, qué injusta ha sido con su talla de
fama mundial! que, por cierto, no le ha hecho mejor persona, aunque si le ha
hecho ganar mucho dinero de los consejos de administración por los que supongo
ni aparecerá para aconsejar, total de qué coño les va a aconsejar un petimetre
como éste.
Y ahora, cuando nadie habla del
consabido personaje, excepto para nombrar escandalosas bodas de hijas,
corruptelas y mamoneos, aparece de nuevo para defenderse a si mismo, delante de
unos pseudo periodistas de su misma cuerda, ¡pero qué nivel, pero qué estadista!
En fin, para qué me voy a coger más
mala sangre, si el personaje no lo vale, lo que si no podré evitar, es decirle
en voz alta y clara, para que un mediocre como usted lo entienda: “váyase un
poquito a la mierda Sr. Aznar”, que si me dan a elegir entre ratas y pulgas, yo
me quedo sin ambas, que para eso ya los tenemos a usted y a los suyos. ¡Ah, y lo digo sin acritud!
Un saludo y espero que os guste
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