Observo desde mi
atalaya, aquí en la alta cordillera del Macizo de los Annapurnas desde donde predico palabras vacías para el universo
y repletas de contenido para mi, la visión que del mundo me fue transmitida y que
os confieso ya no reconocer en nada de lo que intuyo a mi alrededor. Y lo hago
observando como parece que sea siempre más adecuado que nada sea movido para
que nada en realidad se mueva, y me propongo serenamente consolarme con esta
frase del Gatopardo Lampedusiano, tratando de hacer equilibrios cual funambulista
de feria entre cabriolas y saltos mortales para
evitar, estimados y cómplices
lectores, que el lenguaje soez y vulgar que sin duda a mis labios acude, pueda
fluir cual manantial desbordado entra estas líneas.
Y es que en estos
tiempos de extrema canícula y profunda desazón social, no puedo por más que,
aunque me lo había prometido a mi mismo como penitencia a no incumplir, volver
sobre los pasos ya mil veces andados para proclamar una vez más mi más profunda
repugnancia y mi más profundo hastío con respecto a todo tipo de corrupción
social, moral o ética en la que no hallamos inmersos, incluida aquella que no
por más cercana a mis ideas deja de ser menos repugnante.
Si, ya ha llegado el
verano para mostrar el invierno de nuestras veleidades, y serán estos asuetos
estivales como el elixir de ambrosía que intente enturbiar nuestro
entendimiento con el fin de desterrar al olvido el recuerdo de aquello que fue
y que ya nunca volverá a ser, pues este año y medio de deriva social y de
desmoronamiento de lo conseguido con la sangre y el sudor de muchos, que no por
ausentes deben de ser olvidados, podrá jamás ocultar la inmoralidad de aquellos
que durante estos infaustos meses nos han exigido sufrimiento y fe en las mismas
dosis con las que, a su vez, nos
hurtaban derechos a manos llenas mientras llenaban sus bolsillos de dinero y de avaricia esgrimiendo el mantra
de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, putos fariseos,
vosotros si habéis vivido pero por encima de vuestra moralidad y valía,
indeseables.
Y mientras caen los
rayos de sol sobre la curtida tierra que nos vio nacer, escuchamos con el
estupor, que sólo la indignación nos obsequia, como muchos de los mismos
corruptos que esgrimen la democracia y el respeto a lo elegido por la urnas
como el bálsamo que cura todas las mentiras, las corruptelas y lo amaños, se
presentan ante nosotros como adalides de la transparencia y del buen gobernar
aunque no simbolizan sino la opacidad y el engaño perenne, mientras tanto los unos
como los otros ocultan sus vergüenzas tras leyes de transparencia que no juegan
sino al juego de la opacidad misma para cambiarnos la bolita de cubilete
mientras nos distraen y engañan de nuevo, no, ya basta.
Si, basta ya de
mediocres, de mentirosos, de votantes borregos, de necios vividores, de
presidentes ocultos tras televisores de plasma, de ex presidentes salvadores de
patrias, de periodistas paladines de los corruptos y corrompidos por la erótica
poder, de los mismos de siempre desde hace 30 años, de más sufrimientos, de más
injusticias, de más impuestos, de más liberalismo salvaje, de más
privatizaciones, de más desigualdades, de más hambre, de más sin techo, de no
hay futuro, si, si hay futuro, pero ellos no están en él, nuestro futuro es
otro pero ellos no deben tener cabida.
Señores socialistas,
les doy un pequeño apunte: un tesorero
en 3 meses ha hecho más daño y más oposición al PP que ustedes en año y medio,
tengan la valentía y el coraje de irse lejos, y devuélvannos a la gente
izquierdas lo que nos han robado, nuestras convicciones, nuestros ideales y
váyanse muy, muy lejos.
Sr Rajoy, usted
podrá esconderse tras su gobierno y éste podrá esconderse tras el todos están
contra nosotros y la verdad nos pertenece, pero no puede hacerlo para siempre,
su pasado le persigue como le persigue a su predecesor y mentor. Y me despido
de usted, citando primero y parafraseando después a mi idolatrado William
Shakespeare en su Ricardo III:
(…) “Ahora el
invierno de nuestro descontento se vuelve verano con este sol de York; y todas
las nubes que se encapotaban sobre nuestra casa están sepultadas en el hondo
seno del océano”.
Pero yo le digo Sr
Rajoy, que tras el verano de su ocultamiento llegará el otoño y el invierno de
su ocaso, será este año o el otro, y cuando eso llegue, no le salvará ni tan siquiera
su absurda estrategia del caracol, mientras, yo estaré esperando aquí en mi
atalaya en la alta cordillera del Macizo de los Annapurnas para ver
como cae el telón de su absurda farsa, y sonreiré por ello.
Un saludo y espero que os guste
2 comentarios :
sonreiré contigo si así ocurre
Pues, ya somos tres a sonreir.
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