Hilo con cada paso firme andado,
trenzados caminos hechos de orgullo,
son como nebulosas rutas ignotas
que ya casi ni atino a recordar,
esporas son, pero de flores
que no viajan por el aire,
tan solo son torrentes
que transitan por mis venas,
son parte de mi sangre y sin embargo,
te pertenecen…
He vuelto a poner del derecho
tus desterradas viejas fotos,
levantándoles el castigo
que por sentencia de mi las alejaba,
pero ahora se que ya no me engañan,
tu sonrisa era más serena y templada
y tu extraña mirada a mi lado
jamás pareció tan forzada
en fin, ahora eso ya, carece de importancia…
Qué fue de ti y de mi, quién sabe ya,
rumores hubo de que huimos tras un sueño
una fría mañana de otoño,
más hoy me atrevo a confesar
que siento mis entrañas revolotear
tras mil mariposas aladas
cada vez que doblo la esquina
e imagino de nuevo tu cara oculta mirarme
furtivamente escondida tras el cristal…
Recuerdo nítidamente tu ausencia
allí donde lentamente va creciendo ya
la hiedra del olvido,
mientras mantengo encendida en mi hogar
la dulce y cálida hoguera
donde sellaste promesas, donde te vi delirar
y aunque cada nuevo día imploro el olvido
para poder respirar, te confieso que aún sigo,
como un orante trastornado, caminando tras tus pasos…
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